GEORGES ENESCO (1881-1995)

Rapsodia rumana en la mayor No. 1 Op. 11

Georges Enesco (o «Enescu», como realmente es su apellido original)

Enesco fue descrito por el célebre violoncellista Pablo Casals como “el más grande músico desde la época de Mozart”. Y es por muchas cosas que Enesco se le recuerda y considera como uno de los más carismáticos compositores e intérpretes de Rumania. La fama que muy pronto obtuvo Enesco estuvo fincada en su extraordinaria memoria que atesoró, de oído, una buena cantidad de obras de los períodos clásico y romántico y que podía recitar de memoria sin ningún problema. Tan talentoso era que a los siete años de edad fue admitido en el Conservatorio de Viena para estudiar violín, aunque su meta original (desde tan temprana edad) fue ser compositor. Pero el talento exacerbado de este muchacho lo llevaría muy pronto a engrosar las filas del Conservatorio de París, donde estuvo bajo la guía experta de Gabriel Fauré y Jules Massenet. Con éste último entro en contacto gracias a que el joven de entonces 17 años de edad presenció una función de la ópera Werther de aquel autor, y al conocer al joven rumano no pudo más que escribir a su padre en lejanas tierras que: “su hijo es un personaje extraordinario; él es una de las más interesantes personalidades musicales que yo he conocido.” Francia fue benévola para Enesco, al grado de que varios años después de su llegada la decisión que tomó fue la de volverse francés de nacionalidad. Pero aunque sus esfuerzos en la Ciudad Luz se vieron ligados a la interpretación del violín, el piano y la dirección de orquesta, los momentos que él ofrendó a la composición estuvieron envueltos por su nostalgia hacia la tierra patria. Desde el Poema rumano que él compuso en 1897 los acentos, melodías y colores de la música rumana prevalecieron en su producción y siempre –en ese sentido- repudió cualquier influencia de la música francesa. Cuando él contaba con dieciséis años de edad compuso dos Sinfonías de estudio (o, también conocidas como Sinfonías de escuela); pero en su vida legó once obras orquestales de impresionante factura, entre las que se encuentran dos Sinfonías de estudio más, aunadas a cinco Sinfonías de su época madura, contando –además- con dos Rapsodias rumanas que aunque no reflejan absolutamente el estilo maduro de composición de Enesco son de las piezas que más le han dado fama en el orbe, especialmente la primera de esas Rapsodias. Las piezas hermanas que hemos citado anteriormente fueron producto de la influencia que en él ejerció la música del húngaro Franz Liszt con sus respectivas Rapsodias húngaras; en resumen, lo que Enesco hizo con este par de Rapsodias rumanas fue la elaboración de diversas melodías de origen popular en donde se puede palpar una notable orquestación  y comprensión del material sonoro original. Según han anotado varios musicólogos, la fuente de inspiración de Enesco para la Rapsodia No. 1 se encuentra en un tipo de danza conocido como doina, una especie de “canción-lamento” que está conectada íntimamente con la hora lunga rumana, un tipo de canción extensa en sus líneas melódicas. Ésta última forma de composición popular esta muy ligada a la improvisación y  al uso de las variaciones sobre un tema preciso, cosa que ocurre de manera singular en la Rapsodia No. 1 de Enesco, desde su melancólico inicio en el clarinete solo y la exposición del primer tema a cargo de las cuerdas, para a continuación dar paso a un impresionante despliegue de virtuosismo orquestal en el que los alientos se ven involucrados con maestría y un firme conocimiento de su color y técnica.

Uno de los asuntos que más interesan de la personalidad de Enesco como intérprete (más que nada como violinista), fue la fama que dio a Rumania en todo el mundo como solista virtuoso y que permitió que muchas de sus partituras se escucharan en los principales centros musicales europeos, así como llegara a América con estupendo éxito. Ese reconocimiento que se le ha dado ha la personalidad de Enesco en su país natal (aunque renegara de la nacionalidad rumana, únicamente por comodidad pero no por convicción) fue que la localidad en la que él nación llamada anteriormente Liveni Virnav, es conocida en nuestros días como George Enescu (*), asunto que llama la atención en un mundo donde lo más importante son los políticos (léase: Lázaro Cárdenas, Michoacán, entre otros lugares de la República Mexicana), futbolistas (me parece increíble que hasta la fecha no le hayan cambiado en nombre de Tres Coraçoes en Brasil por el del “rey Pelé”), entre muchos otros personajes que han aportado prestigio al lugar donde nacieron y lo llevaron al mundo, pero que difícilmente tocarán los corazones de la gente alrededor del mundo gracias a sus sonidos que perdurarán en la historia más que los goles y algunas otras cosas.

 JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ

Descarga disponible:

Georges Enesco: Rapsodia rumana No. 1

Versión: Orquesta Nacional de la Radio Rumana. Horia Andreescu, director

(*) George Enescu es el apellido original de este compositor, pero desde que tomó la decisión de volverse francés el nombre se convirtió de la manera como ahora se le conoce: Georges Enesco. Usted, por supuesto, puede llamarlo como mejor le apetezca.

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