MODEST MUSSORGSKI (1839-1881)

Cuadros de una exposición

Orquestación de Maurice Ravel (1875-1937)

Modest Mussorgski

 

La muerte del pintor y arquitecto Victor Hartmann en 1873, a los 39 años de edad, fue motivo de gran dolor espiritual para uno de sus mejores amigos: el compositor ruso Mussorgsky. El músico respondió a tan terrible acontecimiento de formas diversas; por un lado se hizo de cuanta botella de vodka encontró a su paso para ingerirlas desmedidamente y así tratar de curar la melancolía (buen pretexto para alguien que vivió y murió alcoholizado); y por otra parte, decidió inmortalizar el sagrado recuerdo de su amigo con una obra musical que se materializó en una suite pianística en la que Mussorgsky pone en sonidos lo que el desaparecido Hartmann delineó en lienzos y papeles.

La idea de mantener viva su memoria a través de una obra musical le vino a la cabeza a Mussorgsky un año después de la muerte de su amigo, cuando el promotor Vladimir Stassov montó una exposición con obras selectas de Hartmann y que dio la oportunidad al público de entrar en contacto con el oscuro sentido estético de este pintor. Con una enorme obsesión, Mussorgsky visitó una y otra vez la exposición, y sin mayor empacho abandonó la composición de su ópera Khovantchina y emprendió uno de sus proyectos artísticos que más fama le ha dado a lo largo de los años. Así nacieron los Cuadros de una exposición, cuya partitura dedicó al empresario Stassov.

En dicha partitura Mussorgsky recreó en sonidos diez de los cuadros de Hartmann, algunos de ellos nada geniales, pero que movieron intensamente el espíritu del compositor. Es importante decir que cada uno de estos cuadros musicales está conectado por un Paseo (Promenade), que indica la transición del espectador de un cuadro a otro, con un carácter distinto. Ese Paseo -con un aire entre arcaico, ruso y eclesiástico- hace las veces de alter ego musical del autor. Es así como, en un principio, apunta hacia la objetividad, quiere no decir nada, no involucrarse con el cuadro recién visto ni anunciar el que sigue. Sin embargo, conforme la obra avanza, Mussorgsky se deja involucrar, participa emotiva y estéticamente, pasa de voyeur a voyant, como diría Rimbaud. El Paseo va siendo, pues, modificado por la obra de Hartmann; sufre variaciones y de plano se inserta en Catacumbas, para desaparecer del exterior de los lienzos; los ha asimilado y se ha dejado asimilar por ellos.

Los cuadros incluidos en esta exposición son:

1.- El gnomo. La visión terrorífica de un ser regordete, cuasi dantesco.

2.- El viejo castillo. Una nostálgica contemplación.

3.- Tullerías. Niños que juegan en aquel célebre jardín parisino.

4.- Bydlo. Una carreta en su accidentado rodar, tirada por bueyes.

5.- Ballet de los pollitos en sus cascarones. Una escena cómica, salida de bosquejos de Hartmann para el vestuario de un ballet.

6.- Samuel Goldenberg y Schmuyle. Una acalorada discusión entre dos judíos, uno rico y el otro pobre.

7.- El mercado de Limoges. Algarabía entre los tenderos y quienes van a abastecerse de viandas.

8.- Catacumbas. Una acuarela de Hartmann subtitulada Con la muerte en lengua muerta, nos muestra al pintor con V.A. Kenel y un guía con una linterna a la entrada de unas catacumbas a las afueras de París. En esta sección, Mussorgsky dio cuenta de su gran pesar por la pérdida de su amigo pintor.

9.- Baba Yaga (La cabaña con patas de gallina). Este es el diseño de Hartmann para un reloj que muestra la cabaña de la famosa bruja Baba Yaga. La música nos inspira el vuelo de tan curioso personaje.

10.– La gran puerta de Kiev. Nuevamente un diseño de Hartmann, capturado por la música de Mussorgsky de forma grandiosa, elegante, expansiva.

La «supuesta» Gran puerta de Kiev (se oye mejor en música de lo que luce en el boceto)

El tiempo ha dado cuenta del enorme éxito de esta partitura, pero no tanto al original para piano (que, de todas formas, se ha ganado un lugar privilegiado en el gusto de pianistas y públicos), sino gracias a las transcripciones para orquesta que se han hecho de ella. El más vistoso ejemplo es la orquestación de Maurice Ravel realizada en 1922 a petición del director de orquesta Serge Koussevitzky. Pero aquí es importante dejar claro de Monsieur Ravel no fue el único en vestir la música de Mussorgsky con los finos ropajes de la paleta orquestal, sino que otros músicos se aventuraron a proponer su propia visión de la oscura, acaso subterránea, pieza del nacionalista ruso. La principal razón se debió a que Koussevitzky no permitió que otros intérpretes utilizaran para sus conciertos la orquestación de Ravel, pues existía cierto tipo de “exclusividad” para difundirla. Dicha orquestación fue estrenada por el propio Koussevitzky al frente de la Orquesta de los Concerts Koussevitzky en la Ópera de París el 19 de octubre de 1922.

Impulsados por el “morbo” de llevar al público otros ángulos de los Cuadros de una exposición, algunos directores de orquesta realizaron también sus arreglos personales (muy personales, podría decirse), entre ellos: Mijaíl Tushmalov (1891, la primera orquestación de la que se tiene noticia pero que sólo incluye siete de las diez piezas del original), Sir Henry Wood (1915), Leopold Stokowski (1939) y Vladimir Ashkenazy (1982). Y de los compositores que se aventuraron en encontrar nuevos sonidos en el Mussorgsky pianístico se cuentan a: Leo Funtek (1922), Leonidas Leonardi (1924), Lucien Caillet –autor de la música para la película de Cecil B. De Mille Los diez Mandamientos– (1937, versión realizada especialmente para la Orquesta de Filadelfia y su entonces director Eugene Ormandy), Walter Goehr (1942, aunque en esta versión él únicamente cambió de orden los cuadros), Sergei Gortchakov (1954), Lawrence Leonard (1975, un arreglo en forma de concierto para piano y orquesta), Elgar Howarth (1977, un arreglo para grupo de metales dedicado al célebre Ensamble Philip Jones), Alan Gout (1990, para orquesta de cámara) y el taiwanés Chao Ching-Wen (también para orquesta de cámara). Algunas de sus secciones separadas fueron realizadas por músicos como el inglés Granville Bantock (quien orquestó El viejo castillo y Catacumbas) y Douglas Gamley (con una portentosa elaboración de La gran puerta de Kiev para gran orquesta, órgano y coro masculino). En los últimos veinte años han surgido nuevas versiones de los Cuadros de Mussorgsky: en 1997 la banda de heavy metal germana Mekong Delta realizó una interesante interpretación de toda la Suite para banda y orquesta; Jason Wright Wingate hizo su propia transcripción en 2003 para órgano, coros y orquesta; Aurélien Bello hizo lo propio para gran orquesta en 2011 y la Amadeus Orchestra del Reino Unido comisionó a diez compositores para que cada uno hiciera su propia adaptación de las piezas de Mussorgsky.

Mussorgski en su juventud

Y aunque aquí podría terminar el inventario, muchos otros músicos lo han seguido engrosando en los últimos tiempos: Isao Tomita (aunque no para todos los gustos), Emerson, Lake & Palmer (versión que engloba rock progresivo, folk y jazz  de enormes alcances, tampoco –desafortunadamente- para todos los públicos), Thomas Wildbrandt (con recursos electrónicos y acústicos, de gran impacto), Jean Gillou y Cameron Carpenter (para órgano) y Kazuhito Yamashita (para guitarra). Y una lista mucho más grande que incluye a tríos con piano, bandas de jazz, de punk, ensambles de percusiones, de metales, de alientos, arpa de cristal, saxofones, cuartetos de tubas… ¡y hasta Duke Ellington y Michael Jackson (este último dentro de su tour HIStory) sucumbieron ante esa extraña pero incitante obsesión mussorgskiana!

Es admirable conocer el enorme número de propuestas que han salido a la luz a partir de una música pianística que, si bien es algo austera, nos sumerge en la atribulada existencia de un compositor inseguro de su capacidad artística, asediado por los fantasmas del fracaso, el alcoholismo y de una extraña, enfermiza obsesión por la muerte. Igualmente es cierto que los cuadros originales de Hartmann que inspiraron a Mussorgsky no son lo que uno puede esperar, sobre todo cuando se ha escuchado la música que los “retrata”. Por ello, le recomiendo que no intente usted buscar dichos cuadros en algún libro o el internet. Es preferible abrir la mente y darse a la tarea de explorar (y recrear mentalmente) lo que tantos músicos han visto no con ojos, sino con el alma.

JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ

Descarga disponible:

Mussorgski-Ravel: Cuadros de una exposición

Versión: Orquesta Sinfónica Nacional de Ucrania. Theodore Kuchar, director.