JOAQUÍN GUTIÉRREZ HERAS (1927-2012)

Postludio

Joaquín Gutiérrez Heras

Gutiérrez Heras es, sin duda, uno de los compositores más destacados de México. Oriundo de aquella ciudad poblana famosa por su agua mineral, fue discípulo de Blas Galindo y Rodolfo Halffter en el Conservatorio Nacional de México, así como alumno del Conservatorio de París y de la Juilliard School en Nueva York. Toda una personalidad en nuestro medio artístico, también ha sido Director de Radio UNAM, Jefe de la Dirección de Música de la Máxima Casa de Estudios, entre otros puestos. Pero además de la composición (y en algún momento de su carrera la administración) Gutiérrez Heras es reconocido como un espléndido profesor de análisis musical y, por qué no decirlo, un conversador agudo, poseedor de un sentido del humor punzante pero que fascina. Como ejemplo, ahí están sus chistes sobre la fuerza de voluntad del mexicano, que han hecho reír a más de uno.

Cada ejecución que se hace de una de sus piezas es, indudablemente, todo un evento que es importante aquilatar. Su música siempre ha sido directa, fresca y con interesantes contrastes. Prueba de ello es su Divertimento para piano y orquesta (1949) y su poema sinfónico Los cazadores (1961); pero también existe una gran carga emocional en algunas de sus partituras, como es manifiesto en su Sinfonía breve (1992). Su música de cámara es igualmente bella, y en cuyo catálogo se encuentran piezas como Trópicos (1987), un Cuarteto de cuerdas (1988), y dos piezas de diferente carácter pero que a mi juicio son sensacionales: las Variaciones sobre una canción francesa para piano o clavecín (1960) y De profundis  para coro mixto, piano y cuatro percusionistas (1982).

Hablábamos de la intensidad en la música de Gutiérrez Heras, y probablemente una de las más importantes en este sentido es su Postludio. En las notas que se presentan junto con la primera grabación de esta obra (con la OFUNAM y Ronald Zollman) Juan Arturo Brennan pregunta al autor si esta pieza es, como lo indica su nombre, para tocarse al final de alguna obra mayor, a manera de epílogo, a lo que el compositor respondió negativamente: “Es una obra que, existiendo en el tiempo actual, se refiere a ideas y estilos de otro tiempo.” En este sentido, Gutiérrez Heras no descarta como posible título el de In memoriam. Al escribir esta obra el autor echó mano de algunas ideas musicales que rondaban su cabeza desde hacía tiempo y les dio unidad en una partitura dividida en tres secciones ligadas: la primera de ellas estática, la segunda un allegro y la última (según Brennan) “es la que da su sentido real al concepto de Postludio. Está escrita en forma fugada, a cuatro voces que por momentos se convierten en cinco y con claras reminiscencias de la polifonía renacentista de la que Gutiérrez Heras es un gran conocedor.”

El Postludio fue estrenado en marzo de 1987 en el marco del Tercer Festival del Centro Histórico con la Orquesta de Cámara de Bellas Artes dirigida por Armando Zayas. Y quizá una de las interpretaciones más conmovedoras que se hayan realizado de esta pieza fue aquella con la que la OFUNAM y Ronald Zollman rindieron homenaje póstumo al director Eduardo Mata, en un concierto en la Sala Nezahualcóyotl en enero de 1995, apenas dos semanas después del terrible accidente que segara la vida de este ilustre mexicano, convertido ahora en leyenda universal. Gutiérrez Heras fue colega y buen amigo del director de orquesta, quien en repetidas ocasiones presentó su música tanto en nuestro país como en el extranjero. Así fue que ese día, en aquel sentido homenaje, la idea de que el Postludio fuera considerado como In memoriam cobró dimensiones reales ante los oídos de quienes estuvimos presentes. Si se me permite externar mi opinión, debo decir que ninguna pieza musical me había sonado tan nostálgica y conmovedora en toda mi vida de melómano como el Postludio de Gutiérrez Heras esa fría noche del 21 de enero.

JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ

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Joaquín Gutiérrez Heras: Postludio

Versión: Orquesta Filarmónica de la UNAM (OFUNAM). Ronald Zollman, director.