JOAQUÍN RODRIGO (1901-1999)

Concierto de Aranjuez, para guitarra y orquesta

  • Allegro con spirito
  • Adagio
  • Allegro gentile

Joaquín Rodrigo

Entre el enorme ajetreo de la vida moderna, enmarcada por dos guerras mundiales, el latente terror de la guerra fría, las armas químicas y bacteriológicas, las crisis financieras, los desastres naturales y la desconfianza de los habitantes del planeta Tierra ante el futuro, siempre surgen seres cuyos corazones reflejan esas angustias de forma totalmente distinta a la mayoría de los artistas a su alrededor.

Una de esas almas nobles, llenas de cariño y humildad por lo que es su vida (la música), es la de Joaquín Rodrigo, quien supo colmar su arte de gran sensibilidad, honestidad y paz interna. Él nació el 22 de noviembre –día de Santa Cecilia- de 1901, en la pequeña localidad valenciana de Sagunto, España. Teniendo tres años de edad sufrió una desgracia que nunca fue impedimento para expresar lo que alma lleva por dentro: quedó ciego.

En 1939, Rodrigo, quien ya gozaba de buena fama como compositor, escribió una obra que definitivamente lo llevaría a la inmortalidad: su Concierto de Aranjuez, para guitarra y orquesta, estrenado en Madrid al año siguiente por Regino Sáinz de la Maza. Su gran poder de comunicación ha convertido a esta fina y exquisita partitura en presa fácil de todo comercializador del arte, que suele vulgarizar infalible lo que toca.

Rodrigo y su esposa en los tiempos en que regresó a España y compuso su Concierto de Aranjuez (1939)

Sin embargo, el Concierto de Aranjuez ha subsistido a cualquier carroñero humano que haya tratado de transfigurarlo. Y lo único que puede reprocharse a este Concierto es que opaca casi en su totalidad a la gran cantidad de partituras que contiene el catálogo de Rodrigo. Pues, por si usted no lo sabe, el valenciano escribió varios conciertos: para piano (Concierto heroico), para violín (Concierto de estío), para violoncello (Concierto en modo galante y Concierto como un divertimento), para arpa (Concierto serenata), para dos y cuatro guitarras (Concierto madrigal y Concierto andaluz, respectivamente) y para flauta (Concierto pastoral), entre una gran cantidad de piezas orquestales: Zarabanda lejana y villancico; A la busca del más allá; Soleriana; Música para un jardín y Para la flor del lirio azul, entre otras. No quedaron atrás en su producción piezas para guitarra sola, canto y piano (Cuatro madrigales amatorios), y obras para piano solo.

Mientras Rodrigo realizaba sus estudios con Paul Dukas en París contrajo nupcias con la pianista turca Victoria Kamhi en 1933 y al año siguiente regresó a España donde casi inmediatamente se le otorgó una donación monetaria por parte del conde de Cartagena. De esa forma pudo egresar a la Ciudad luz para estudiar musicología y otras materias, tanto en el Conservatorio de París como en la Sorbonne. Durante la Guerra Civil Española, de 1936 a 1939, Rodrigo residió tanto en Francia como en Alemania. Y justo a su regreso a Madrid en 1939 Rodrigo, quien ya gozaba de buena fama como compositor, escribió una obra que definitivamente lo llevaría a la inmortalidad: su Concierto de Aranjuez, para guitarra y orquesta, estrenado en Madrid (según algunas fuentes, aunque algunos otros insisten que el estreno absoluto ocurrió el 9 de noviembre de 1940 en Barcelona) al año siguiente por Regino Sáinz de la Maza. Su gran poder de comunicación ha convertido a esta fina y exquisita partitura en presa fácil de todo comercializador del arte, que suele vulgarizar infalible lo que toca. Acerca de su obra, Rodrigo nos legó las siguientes, elocuentes, palabras: “Concebido el Concierto (de Aranjuez), era preciso situarlo en una época y, aún más, en un lugar. Una época a lo largo de la cual los fandangos se quiebran en fandanguillos y el canto y la bulería estremecen el ámbito histórico: Carlos IV, Fernando II, Isabel II, toreros, Aranjuez, América. No les basta a los grandes virtuosos brillar como solistas, necesitaban destacar entre y por encima de un conjunto instrumental, en un supremo alarde de técnica. De este afán nace el Concierto, forma suntuaria y decorativa que al querer enfrentar un instrumento con la orquesta ha agrandado en proporciones considerables la capacidad de los instrumentos solistas. El mismo estirón ha sido pedido a la guitarra (…) Suena el Concierto de Aranjuez escondido en la brisa que agita la fronda de sus parques y sólo quisiera ser fuerte como una mariposa y ceñido como una verónica.”

Rodrigo al piano

El Concierto de Aranjuez ha subsistido a cualquier carroñero humano que haya tratado de transfigurarlo. Y lo único que puede reprocharse a este Concierto es que opaca casi en su totalidad a la gran cantidad de partituras que contiene el catálogo de Rodrigo. Y también hay que reprocharle… su hermosura tan franca y perfecta, pues debido a ello, o a su innegable poder expresivo, es que muchos vivos, muy vivos, hayan querido beneficiarse de esa extraña perfección que posee. Odio decirlo, pero lo más nefasto que le pudo ocurrir a su Adagio fue que cayera en las manos de los publicistas que manejaban la cuenta de los Hermanos Vázquez.

JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ

Descarga disponible:

Joaquín Rodrigo: Concierto de Aranjuez para guitarra y orquesta.

Versión: Pepe Romero, guitarra. Academia de Saint Martin-in-the-Fields. Sir Neville Marriner, director.