HENRYK MIKOŁAJ GÓRECKI

Nació en Czernica, Silesia, el 6 de diciembre de 1933.

Murió en Katowice, Polonia, el 10 de noviembre de 2010.

Sinfonía núm. 3. Sinfonía de cantos dolorosos

  • Lento – Sostenuto tranquillo ma cantabile
  • Lento e largo – Tranquillisimo
  • Lento – Cantabile semplice

Instrumentación: Soprano solista. 4 flautas (la tercera y la cuarta alternan con pícolo), 4 clarinetes, 2 fagotes, 2 contrafagotes, 4 cornos, 4 trombones, arpa, piano y cuerdas.

Duración aproximada: 54 minutos.

A Rodrigo Macías: ¡por valiente y persistente!

El compositor

Henryk Górecki (pronúnciese “Guresqui”) oriundo de Silesia, estudió música en la Escuela Secundaria (ahora Academia) de Música de Katowice, graduándose en 1960 de la clase de Bolesław Szabelski (1896-1979) quien, a su vez, fue discípulo de Karol Szymanowski (1882-1937). Górecki -a la edad de 24 años- se presentó formalmente como compositor en un (hoy legendario) concierto en Katowice el 27 de febrero de 1958 que incluyó en su totalidad sus creaciones, siendo una de ellas su Concierto Op. 11 de clara influencia por la música de Anton Webern (1883-1945) y quien era prácticamente desconocido en Polonia. Gracias a ello llamó la atención de las autoridades del famoso e influyente Festival Internacional de Música Contemporánea “Otoño de Varsovia” para que un año después incluyeran en la programación su Primera Sinfonía (que se presentó inconclusa en su estreno) y Scontri («Colisiones») para gran orquesta en 1960; dicha Sinfonía resultó ganadora del Primer Premio en el Festival Bienal de la Juventud (1961) en París.

Si bien la idiomática de Górecki en sus años de formación estaba influida por la música de Béla Bartók (1881-1945) e Igor Stravinsky (1882-1971), desde el comienzo de la década de 1960 ya era considerado como un autor avant-garde en su natal Polonia, con un lenguaje en constante crecimiento y que mostró un interesante uso del serialismo complementado con tintes expresionistas; muchos han señalado que sus obras de ese período son de un modernismo radical. Pero su estilo comenzó a transformarse, especialmente con su Segunda sinfonía llamada Copernicana, concebida para conmemorar el quinto centenario del nacimiento de Nicolás Copérnico (1473-1543). De tal suerte, Górecki comenzó a alejarse de las disonancias y puso en práctica una forma composicional que puede considerarse “minimalista” por la constante repetición de pequeñas células motívicas. Y, de manera muy importante, la música popular de su país empezó a influir en su lenguaje. Quizá uno de los momentos más destacados en su madurez como compositor llegó al escribir su Tercera sinfonía, aunque nadie -ni siquiera él- imaginó el fenómeno mediático que esta obra protagonizó años después.

A fines de la década de 1980, y aun con la existencia de la Cortina de hierro, algunas de las partituras de Górecki fueron escuchadas en Inglaterra a instancias de la London Sinfonietta; así, la mirada de “occidente” volteó a ver a este compositor y comenzaron a lloverle solicitudes para escribir obras, especialmente para el Kronos Quartet.

Dentro de su catálogo de obras son de vital importancia su Beatus Vir que compuso en 1979 para la histórica visita del Papa Juan Pablo II (1920-2005) a su natal Polonia. Dos años después compuso su Miserere, monumental obra coral escrita a solicitud del Sindicato polaco Solidarność (Solidaridad). De los años ochenta destaca su Concierto para clavecín y cuerdas y en la década siguiente escribió Good Night, a la memoria de su amigo Michael Vyner (1943-1989), quien fuera Director musical de la London Sinfonietta y responsable de que la música de Górecki se escuchara fuera de Polonia; y el Pequeño réquiem para una polca. Su Cuarta sinfonía llamada Episodios de Tansman fue programada para su estreno mundial en Londres en 2010; sin embargo, Górecki ya llevaba algún tiempo enfermo y se decidió posponerlo. Desafortunadamente nunca la pudo escuchar en vida. Dicha Sinfonía, concluida por su hijo Mikołaj (n. 1971), su “canto del cisne”, fue estrenada con la Filarmónica de Londres dirigida por Andrey Boreyko (n. 1957) en 2014.

La Sinfonía de cantos dolorosos

Ese lenguaje de vanguardia que había caracterizado a Górecki en sus primeros años como compositor es inexistente en esta Sinfonía. De hecho, encontramos a un compositor personalísimo que delinea una música diáfana, luminosa, con armonía interesante y que provoca cierta sensación hipnótica gracias al pulso constante y la coherencia de su (aparente) sencilla estructura. Escrita en tres movimientos, el primero de ellos está planteado en la forma de un canon que se origina desde una especie de salmodia en las voces graves de las cuerdas y que va creciendo tanto en dinámica como en intensidad hasta alcanzar un clímax con unos acordes del piano que dan paso a la voz solista. Para este movimiento, Górecki utilizó una plegaria (un lamento, de hecho) del siglo XV proveniente de los Cantos de Lysagóra del Monasterio de la Santa Cruz:

Hijo mío, mi elegido y bien amado.

Comparte tus heridas con tu madre.

Y porque, hijo querido,

siempre te he llevado en mi corazón,

y siempre te serví fielmente.

Háblale a tu madre para hacerla feliz.

Aunque tú me estás abandonando, mi esperanza querida.

La voz de la soprano entona este lamento con una melodía sencilla que va creciendo en intensidad y desemboca en un gran tutti orquestal y da paso nuevamente al canon en las cuerdas que va decreciendo sistemáticamente hasta culminar la sección de forma sombría.

El segundo movimiento es el más breve de la obra. Aquí Górecki utilizó el siguiente texto para ser cantado por la voz solista:

Madre, no llores.

Castísima reina del cielo.

Protégeme siempre.

Zdrowaś Mario” (Ave María).

Esta breve plegaria fue inscrita en una de las paredes de la tercera celda de las mazmorras del cuartel general de la Gestapo en Zakopane, Polonia, conocido como “El Palacio”. Debajo de este texto se encuentra la firma de Helena Wanda Blazusiakowna y la leyenda: “18 años. Encarcelada desde el 26 de septiembre de 1944”.

Aunque la música de esta sección contrasta con el movimiento anterior en cuanto a que aquí el discurso es más luminoso y trasparente basado en un motivo de tres notas, lo poderoso del texto anterior (y más al conocer su origen histórico) hace de esta parte el eje emotivo de toda la obra, delineada con dignidad y belleza extrema.

El tercer movimiento utiliza el texto de una canción popular polaca proveniente de la región de Opole y en la que una madre lamenta la desaparición de su hijo y ruega porque su cuerpo descanse en un lugar apacible:

¿Dónde se ha ido mi hijo querido?

Quizá en la insurrección el cruel enemigo lo ha matado.

¡Ah, malvada gente! En nombre de Dios, el más sagrado.

Díganme: ¿por qué han matado a mi hijo?

¡Jamás tendré su protección!

Aunque llore mis ojos enteros

Mis lágrimas amargas formarán algún otro río.

Pero no le devolverán la vida a mi hijo.

¡Mi hijo!

Yace en su tumba y no sé dónde.

Aunque siga preguntando a la gente en todas partes,

Quizá el pobre niño yace en una horrible fosa.

Aunque pudo haber estado en su cálida cama.

¡Oh, cantad por él, pequeñas aves del Señor!

Porque su madre no puede encontrarlo.

Y ustedes, pequeñas flores del Señor,

Pueden florecer a su alrededor

Para que mi hijo duerma feliz.

Para que mi hijo pueda dormir feliz.

La sección está construida en un sencillo ostinato que acompaña con mesura a la voz de la soprano. La Sinfonía concluye con una sensación de paz y esperanza.

En la primera página de la partitura de la Tercera sinfonía de Górecki se lee este texto:

“El subtítulo ‘Symfonia pieśni żałosnych’ ha sufrido mucho en la traducción. ‘Pieśni’ es sencillamente ‘canciones’; pero el calificativo ‘żałosnych’ es arcaico, y más comprensible que sus equivalentes modernos en inglés, alemán o francés. No sólo comprende el sentido tanto del ‘canto’ sin palabras de los contrabajos y el lamento monástico que le sigue, sino también la plegaria y exhortación (‘No llores’) del graffito de Zakopane, y la canción de cuna, ambas elegíacas y redentoras, de la canción folclórica final. Representaciones como las ‘Canciones de lamentación’ o ‘Klagelieder’ (con sus matices de Jeremías o Gustav Mahler) son aún más engañosas que la alternativa de ‘cantos dolorosos’.”

Górecki concibió su Tercera sinfonía en los últimos meses de 1976 respondiendo a una solicitud de la Radio del Suroeste de Alemania en Baden-Baden. La partitura está dedicada “a mi esposa” (Jadwiga Rurańska) y su primera audición ocurrió el 4 de abril de 1977 con la Sinfónica de la Radio en Baden-Baden con la participación de la soprano Stefania Woytowicz (1922-2005) y la batuta de Ernest Bour (1913-2001) en el Festival de Royan, Francia. Dicha interpretación fue grabada en disco y dicha soprano volvió a grabar la Sinfonía un año después con la Sinfónica de la Radio Nacional Polaca en Katowice y una vez más con la Sinfónica de la Radio de Berlín.

Górecki explicó por puño y letra las razones por las que escribió su Sinfonía con esas características y la inclusión de esos textos tan dolorosos: “Muchos de mi familia murieron en campos de concentración. Tuve un abuelo que estuvo en Dachau, una tía en Auschwitz. Ya sabes cómo son las cosas entre polacos y alemanes. Pero Bach también era alemán, y Schubert y Strauss. Cada uno tiene su lugar en este pequeño Planeta. Eso está todo a mis espaldas. Así que la Tercera Sinfonía no trata sobre la guerra; no es un Dies Irae; es una Sinfonía normal de cantos dolorosos”.

Es evidente que la partitura es un intenso homenaje al pueblo polaco que durante décadas resistió la opresión de los alemanes (del régimen nazi, principalmente) y es una monumental plegaria para aquellos que perdieron la vida defendiendo a sus familias, a su patria. Esta música es, en palabras de su autor: “una evocación de los lazos entre madre e hijo”.

Existen muchas partituras que fueron escritas como respuesta ante el dominio fascista y los horrores del Holocausto, entre ellas Un sobreviviente de Varsovia de Arnold Schönberg (1874-1951), el Réquiem polaco de Krzysztof Penderecki (1933-2020), la Cantata Anti-fascista de Hanns Eisler (1898-1962), El emperador de la Atlántida de Viktor Ullmann (1898-1944), entre un largo etcétera. Y aunque la capacidad catártica de la Tercera de Górecki puede aterrarnos por el contexto histórico que resucita, el músico polaco transfigura el dolor mediante música luminosa, sin requerir sonidos violentos. Consigue hacer conciencia ante la destrucción por el camino de la belleza.  

El fenómeno mediático

La tercera grabación que se hiciera de la Tercera sinfonía de Górecki en mayo de 1991 en Londres con la soprano Dawn Upshaw (n. 1960) y David Zinman (n. 1936) al frente de la London Sinfonietta fue publicada a principios de 1992 por el sello Nonesuch. Dicha compañía discográfica, de gran abolengo por haber publicado repertorio casi olvidado, empezó a tomar un segundo aire a fines de la década de los ochenta al contratar a Robert Hurwitz (n. 1949) como su Presidente, productor ejecutivo y “cerebro” artístico. Mucho de su nuevo repertorio comenzó a incluir música considerada dentro de la corriente “minimalista” con autores como Philip Glass (n. 1937), Steve Reich (n. 1936), Terry Riley (n. 1935), entre otros. Al momento de que la obra de Górecki cruzó la Cortina de hierro y comenzó a tocarse en lugares como Londres, captó la atención de Hurwitz y del líder del Kronos Quartet, David Harrington (n. 1949) para grabar algún repertorio del autor polaco.

El mismo Hurwitz conversó sobre la grabación de la Tercera sinfonía y dijo que, al principio, hicieron planes de mercadeo y calcularon una vida útil de ese disco con 25,000 copias como estimado de ventas. Pero probablemente los planetas se alinearon o el Universo fue benéfico para el futuro de esta grabación. Al momento de publicarse coincidió con la fundación de Classic FM en Londres, primera emisora de radio de corte “pop” en el Reino Unido. Al muy hábil programador de la estación se le ocurrió “poner en rotación” (como se dice en términos radiofónicos) el segundo movimiento de la Tercera de Górecki y se escuchaba con la misma frecuencia diaria que alguna canción de corte popular en cualquier estación comercial del mundo. Así, los radioescuchas de Classic FM, desde choferes, amas de casa, estudiantes, obreros y personas de negocios, se enamoraron de dicha “rola” y comenzaron a pedir que se tocara con insistencia.

Ante tal éxito, los ejecutivos de Warner Music UK (responsables del marketing y distribución de la etiqueta Nonesuch en el Reino Unido) tomaron la decisión de reforzar el plan de ventas original y colocaron la muy sugerente portada del disco (un daguerrotipo de Gertrude Käsebier llamado Una doncella en oración) en carteles en todas las calles inglesas, en postes, muros, espectaculares y anuncios en el sistema de transporte (autobuses, metro, tren). Y en las tiendas de discos el álbum se exhibió en el área de música clásica… pero también en las de jazz, alternativo, World Music y New Age.

Así, las ventas comenzaron a multiplicarse exponencialmente y la meta de ventas pensada para toda la vida del disco se cumplió en muy pocas semanas en Reino Unido, hasta llegar a los primeros lugares de popularidad en la publicación Billboard. Tal fue el éxito que el segundo movimiento de la Sinfonía comenzó a romper la barrera de la radio y las ventas físicas y comenzó a tocarse… ¡en antros! Lugares tan emblemáticos como el “Heaven” de Londres terminaba la noche de “reventón” (al momento de prender poco a poco las luces blancas) con la voz de Dawn Upshaw cantando Górecki. ¡Insólito!

De tal manera, la icónica grabación Upshaw-Zinman-Nonesuch es hoy considerada como una grabación de culto y hasta la fecha ha vendido millones de copias en el orbe.

La Tercera de Górecki y el cine

Según llegó a expresar abiertamente a quienes se lo preguntaban, Górecki nunca estuvo de acuerdo en el uso de su música en otras expresiones artísticas. Aun así, dio su anuencia para que su Tercera sinfonía se usara como banda sonora de la película Police (1985) dirigida por Maurice Pialat (1925-2003) y estelarizada por Gérard Depardieu (n. 1948). Un año después de la publicación de la célebre grabación en Nonesuch, el director Peter Weir (n. 1944) solicitó permiso a Górecki personalmente para incluir el primer movimiento de su Tercera sinfonía en su película Fearless (Sin miedo a la vida, así llamada en países de habla hispana). Sorpresivamente el compositor acepto. Posteriormente el músico comenzó a cambiar de opinión y autorizó que la Sinfonía se usara en otras cintas. También fue usada en las películas Basquiat (1996) de Julian Schnabel (n. 1951) y A Hidden Life (2019) de Terrence Malick (n. 1943). ¡Y asómbrese! porque esta vibrante música de Górecki también fue usada en la serie de Netflix The Crown.

Un recuerdo personal

16 de octubre de 1993. Me había tocado la enorme fortuna de fungir como “road manager” del célebre Kronos Quartet durante su primera visita a México en la edición XXI del Festival Internacional Cervantino (FIC) en la ciudad de Guanajuato. En el último de los cuatro conciertos que ofrecieron, realizado en el Templo de la Valenciana, Kronos interpretó el Segundo cuarteto de Górecki; y unos días más tarde la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato tocaría el estreno latinoamericano de su Tercera sinfonía. Con tan interesante programación, el FIC decidió invitar a Górecki a venir a México y presenciar dichas interpretaciones.

Justo antes del concierto final de Kronos en el Festival, una de las personas con la que había trabajado cercanamente en dicha organización desde el año anterior me pidió un “enorme favor”: “¿Podrías ir con el chofer y la camioneta a recoger a Górecki al Aeropuerto de León?” ¡Cómo negarme! Y así, como hemos aprendido muchos quienes nos dedicamos a “esto” de la música, acudí muy elegante al Aeropuerto, me paré bien derechito con mi cartel en el que se leía el nombre del compositor afuera de la salida de pasajeros de vuelos internacionales. Y después de unos minutos de espera el célebre artista apareció acompañado de un muchacho más o menos de mi edad (en aquel tiempo yo tenía 27 años). Górecki vio el cartel y levantó la mano como queriendo decirme que era él. Caminaba rengueando una de sus piernas. Lo saludé y di la bienvenida en inglés. Pero movió la cabeza tratando de explicar que no hablaba ese idioma. “Français?”, dije yo. Y medio masculló “mmhh, ‘n pti peu”, en señal de tampoco hablarlo muy bien… ¡solamente polaco!

En fin. No era la primera vez que me tocaba atender a un artista con el que no había facilidad de comunicación. A señas le indiqué a él y su acompañante el camino hacia el estacionamiento. Una vez instalados en el transporte y puestos en marcha rumbo a Guanajuato, lo único que pudo decirme fue: “mon fils” (“mi hijo”, en francés), señalando al acompañante, que sólo hablaba polaco también. En el recorrido volteaba discretamente a ver al ilustre músico. Su gesto era increíblemente sereno. Aunque no sonreía, su mirada estaba en paz y sus facciones estaban relajadas.

Aquel domingo del concierto en La Valenciana me encargué nuevamente de dar la bienvenida a Górecki y, a señas, lo llevé donde se encontraba David Harrington, primer violín y líder de Kronos; más tarde lo conduje a él y a su hijo a que ocuparan sus lugares. Y después: maravillarme con la hermosa versión que hizo Kronos de su Cuarteto, sabiendo que el autor estaba presente, a unos cuantos metros de distancia.

La vida llega a tornarse difícil y, a veces, amarga. Recordar y compartir con usted, querido lector, este brevísimo encuentro con Górecki, me hace sentir hoy tal como recuerdo el gesto del músico: en paz.

Górecki para la posteridad

Para nosotros, ya en el siglo XXI, la Tercera sinfonía de Górecki debe ser escuchada como un acto de catarsis frente a los horrores de la guerra, la violencia en todas sus acepciones y la estupidez provocada por los humanos.

Íntima, nostálgica, resignada, pacífica, añorante, humilde, conmovedora, evocadora, nítida, hipnótica, desgarradora. Que sea la Tercera de Górecki la portadora de un mensaje de fe y esperanza, y que siga conmoviendo almas en todo el mundo hasta el final de los tiempos.

JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ

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MÚSICA

Versión: Dawn Upshaw, soprano. London Sinfonietta. David Zinman, director.