JOAQUÍN TURINA (1882-1949)

Retablillo turinesco en dieciocho partes

Joaquín Turina de niño, tocando el acordeón (1887)

1.- Joaquín Turina Pérez nace el 9 de diciembre de 1882, bajo el signo de Sagitario (que bajo sus estrellas cobija a mayor número de compositores que otro cualquiera). Fue el asunto del parto en Sevilla, en la calle de Ballestilla –hoy de Buiza y Mensaque. Pocas veces –a decir de José Luis García del Busto- este dato biográfico –lugar de nacimiento- ha cobrado tanta significación en la obra de un compositor. “Sevilla… estuvo presente en la vida y obra de Joaquín Turina de modo constante, dejando su huella, su aroma, en todo momento.”

2.- Dijo –críptico- Claude Debussy en 1913: “Como Albéniz, Turina parece fuertemente impregnado de música popular; titubea aún en su manera de desarrollar y cree útil acudir a los ilustres proveedores contemporáneos. Creo que Turina puede pasarse sin ellos y escuchar voces más familiares.”

3.- Conferenció Lorca: “El cante jondo se acerca al trino del pájaro y a las músicas naturales del chopo y la ola; es simple a fuerza de vejez y estilización. Es, pues, un rarísimo ejemplar de canto primitivo, el más viejo de toda Europa, donde la ruina histórica, el fragmento lírico comido por la arena, aparecen vivos como en la primera mañana de su vida.”

4.- Cuando nació Turina, Wagner terminaba Pársifal, y moría al año siguiente. Y poco después Liszt. Durante su infancia aparece la Sinfonía de César Franck, el Preludio a la siesta de un fauno de Debussy, Falstaff de Verdi (ya pronto cadáver también), La verbena de la paloma de Bretón, La revoltosa de Chapí, los Gurrelieder de Schönberg, Pélleas y Melisande de Debussy, Salomé de Strauss, y también fallece Dvorák. Epoca incitante, ¿a poco no?

5.- Turina rápidamente aprendió a ser músico y sevillano. La enseñanza primera la recibe en el Colegio del Santo Ángel, y luego en el de San Ramón, donde se enfrenta al pentagrama y anexos. Dijo Tomás Borrás: “Turina iba, chavalillo y moreno, a la celda del anciano curita. La ventana al jardín del templo, sensual como de palacio moro, con su agua y sus limoneros y sus arrayanes. Y al mismo tiempo que las reglas de la solfa y la disciplina, escuchaba el rumor de Sevilla, su latido.”

6.- Ignoro si sea voluntario –no abunda en España el humor autocrítico-, pero en la música de Turina hay un desenfado y sonrisas que no se ocultan. En todo caso, he aquí algunos de los nombres que dio a sus obras (sin opus), con la intención de hacer reír un poco y a la vez cantar propaganda a su catálogo: Niñerías; Fea y con gracia; Yo soy ardiente, yo soy morena (Becquer); El castillo de Almodovar (no se imagine usted al famoso cineasta con la pléyade de sus chicas alrededor, cual castillo de Drácula, plis); Danza de los seises; Los dos miedos; La morena coqueta; Las locas por amor; La adúltera penitente; El Cristo de la Calavera; En la zapatería, y una inefable Farruca fugada

7.- Dijo –lapidario- Rodolfo Halffter en 1932: “Turina no sabe o no puede renovarse. Todas sus obras son iguales.”

Turina en París (1907)

8.- Dijo (antes) Manuel de Falla, en 1917: “El talento y el alto sentimiento artístico de que nuestro compositor ha dado brillantes pruebas en sus propias obras musicales garantizan cuanto pueda decirnos sobre el arte de la composición.” Y luego:

Manuel de Falla el gaditano

Con sus más altos respetos

Dedica este mamotreto

A Turina el sevillano.

Ya sabes tú bien, Joaquín,

Que estas cuatro piececillas

No son más que impresioncillas

Sin pies, cabeza ni fin.

Y en ellas, por consiguiente,

No hay de la musique, ni plan,

Ni même des jolis coins,

Como dice don Vicente.

…cuando le envía sus Cuatro piezas españolas.

9.- Fue en el segundo semestre del año 1918 que Turina compuso sus tres Danzas fantásticas, siendo que su estreno ocurriría en febrero de 1920 en el Teatro Price de Madrid a cargo de la Filarmónica de aquella ciudad bajo la batuta del “Profesor” Pérez Casas. La partitura, que don Joaquín ofrendó en su dedicatoria a su compañera sentimental de toda la vida, está basada en la novela La orgía de José Mas. Cada una de estas Danzas fantásticas cuenta con una introducción extraída directamente de la novela. Por ejemplo, en Exaltación (la primera de ellas) dice: “Parecía que las figuras de aquel cuadro incomparable se movieran en el interior del cáliz de una flor”; en Ensueño: “Las cuerdas de la guitarra suenan el lamento de un alma sin esperanzas bajo el peso de la amargura”; y en Orgía: “El perfume de las flores emergió sobre el aroma de la manzanilla, y de lo profundo de los cristales rebosantes de vino, incomparables como el incienso, alegría florida.” Según podemos notar por la estructura y el “aroma” de cada una de estas Danzas, Turina se basó en la música popular de diversas regiones españolas para darles cuerpo, respectivamente la Jota de Aragón, el Zortzico vasco y la Farruca andaluza, siendo que la danza llamada Ensueño contiene una exquisita y fragante melodía en 5/8.

10.- Escribió –convenenciero- el también crítico Turina: “¿Qué por qué hay un escándalo y gritos y silbidos? Pues porque están representando La consagración de la primavera. (…) Escucha: la música (…) está en embrión; las disonancias se amontonan unas sobre otras; los ritmos se superponen y la discordancia llega al summum… Pero no, lector amigo, no sabrás mi opinión, pues están aún recientes las cosas que se le dijeron a Wagner, y aún hoy día tengo yo un paisano que asegura muy serio que ‘entre Bellini y Wagner se queda con Meyerbeer’. ¿Quién sabe si dentro de diez años nos arrodillaremos ante Stravinsky como ante un genio? Y entonces, ¡oh lector!, cogerías esta croniquita y me pondrías las orejas calientes.” (1913)

11.- Sigamos con el repaso de las obras de Turina: Ráfaga; Tarjetas postales; Rima; Recuerdos de mi rincón; Naranjos y olivos; La florista; Las fuentecitas del parque; Fantasía cinematográfica; Nunca olvida; Lo mejor del amor; La alegre sevillana; La murciana guapa; Fantasía del reloj; Noches de verano en la azotea (chaca chaca con Turina, je je je).

12.- Investigando un poco, parece claro que Turina sí tenía un singular sentido del humor. En 1945 levantó el acta siguiente: “Con fecha 7 de febrero se constituye el Bloque Joaquín Turina, bloque fraternal y de elección cuyo fin es estrechar los lazos de máxima cordialidad y protección recíproca, a modo de una prolongación familiar. El bloque comprende tres grados: Ahijadas, Sobrinos y Lolitas.”

El elegantísimo Turina (ca. 1905)

13.- Si usted es cinéfilo y probablemente tenga esa extraña afición por enterarse de qué compositores escribieron para el Séptimo Arte me congratulo en informarle que Turina engrosa las filas de esos autores. En este sentido, un vistazo a su repertorio fílmico incluye: La hermana San Suplicio (1934; en realidad son fragmentos de su Sinfonía sevillana); Campamentos (1941); Primavera sevillana (1943); El abanderado (1943); Eugenia de Montijo (1944); Luis Candelas (1948); Una noche en blanco (no acabo la música pues se enfermó. De hecho, se puso muy malito; 1948) y La puerta abierta (1956; en donde se incluyen las famosas Danzas fantásticas).

14.- En 1920 ocurre el cenit de Turina como compositor, 29 años antes de morir. Siempre será para él una desgracia estética que luego de las tres grandes obras orquestales de entonces no haya logrado producir algo comparable –al menor. Tales creaciones, definitorias de Turina son las Danzas fantásticas, la Sinfonía sevillana y Sanlúcar de Barrameda.

15.- Ya mero acabo… no se desespere.

16.- Dijo –finalmente- Arthur Honegger en 1949: “Tuve la ocasión de volver a ver a Turina a mi regreso de Portugal en 1943, y guardo el recuerdo de la gentil y amable acogida que él me hizo. El autor de Sinfonía sevillana, La oración del torero y La procesión del rocío quedará como una de las máximas figuras de la música española.”

17.- Prosa salvaje. O: Simplemente Margot

José Manuel se enamora de Margot en un cabaret de París. Vuelto a Sevilla, se debate entre la pasión devoradora que lo ata a esa mujer –quien lo ha seguido hasta España- y su amor sincero y puro por Amparo, su novia. La cosa se complica hacia el final del acto segundo, cuando acierta a pasar –acto del destino- una procesión de la “madrugá” del Viernes Santo en Sevilla. Se oye, a modo de presagio, una saeta lejana. Diálogo tormentoso entre Margot y el indeciso José Manuel. Tambores a lo lejos. Más tensión. La Cofradíase detiene y se oye a Amparo que canta una saeta. José Manuel intenta huir pero Margot, desesperada, lo detiene. El galán huye al fin con su novia, y deja a Margot llorando sin consuelo, transida de dolor. Entonces, la Cofradíase pone en marcha y la Virgencruza triunfalmente la escena. (Sinopsis de Margot, primera obra de teatro musical compuesta por Joaquín Turina.)

18.- Olé.

 JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ

Descarga disponible:

Joaquín Turina: Danzas fantásticas Op. 22

Versión: Orquesta Sinfónica de Bamberg. Antonio de Almeida, director.

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