LEONARD BERNSTEIN (1918-1990)

Obertura a Candide

Leonard Bernstein trabajando en su estudio neoyorkino (1968)

Señoras y señores, su atención por favor: escucharán ustedes una de las Oberturas más espectaculares, coloridas y extrovertidas del repertorio musical del siglo XX: la Obertura Candide de Leonard Bernstein. Y si le parece que me “volé la barda” con tales expresiones, espere usted a disfrutarla para percatarse de que no digo mentiras (bueno, nada más a veces).

Justo es decir que la personalidad de Leonard Bernstein es acaso una de las más impactantes en ámbitos musicales tanto “clásicos” como populares: todo un fenómeno en la dirección orquestal, pianista de grandes dotes, administrador y organizador musical como sólo algunos, visionario en la mercadotecnia musical y -por si fuera poco- compositor de excelsa factura, autor de tres Sinfonías, música coral (donde sobresalen los Salmos de Chichester), piezas para piano, música para cine (On the waterfront -Nido de ratas-) y obras realmente célebres en el ámbito del teatro musical como Wonderful Town, On the Town, West Side Story y Candide.

Brillante, turbulenta, rica en matices y espectacular como la música de Bernstein también es la historia de Candide (Cándido), convertida en sonidos a partir del libro homónimo de Voltaire que -según dicen- fue quemado públicamente en Ginebra y prohibido en París al momento de su edición en 1759. Aquí se ridiculiza aquella filosofía de “Todo es para mejorar en el mejor de los mundos posibles” con una historia de risa loca en la que personajes van y vienen, mueren y reviven después de un rato, todo en la búsqueda por el optimismo. Bernstein, a petición de Lilian Hellman -autora del libreto- confeccionó una “opereta cómica”, “ópera ligera”, o como se quiera llamar, en la que los ánimos pasan de lo absurdo a lo serio con implacable maestría. Candide fue estrenada en diciembre de 1956 para los escenarios de Broadway, y los comentarios de la crítica se dividieron : unos afirmaban que los tintes operísticos de la obra no iban de acuerdo con la historia, mientras algunos otros decidieron que la puesta en escena era “demasiado clásica” para Broadway, para rematar con los que dijeron que el libreto era una grandísima bazofia. Debido a ello, Candide sólo alcanzó unas setenta y tres representaciones, que para los teatros neoyorquinos significó un rotundo fracaso.

La obra sufrió enormes modificaciones en texto y música hasta 1973, cuando Harold Prince discutió con la libretista y, haciéndole “manita de puerco”, la convenció de que modificara pasajes de su texto. Por otra parte, Bernstein compuso nueva música para los cambios y el encargado de ponerles letra fue el muy ilustre Stephen Sondheim, cercano colaborador de Bernstein en la inmortal West Side Story (Amor sin barreras). El triunfo estaba asegurado, y así Candide se mudó de los teatros de Broadway al Lincoln Center, donde la New York City Opera ofreció su “reestreno” en 1982.

La familia Bernstein. El músico con su esposa Felicia Montealegre y sus hijos Alexander y Jamie

La enorme virtud de Candide reside en su jocosa historia, pero también en la música imaginativa de Bernstein, quien echando mano de ritmos como el tango, la mazurka, el jazz, un vals, polkas y otras cosas, le dio vida a este personaje tan cándido (valga la expresión), tierno y absurdo. De ella se desprende la magnífica Obertura que encapsula “a la Verdi” momentos importantes de la obra escénica, utilizando una chispeante fanfarria al inicio que contrasta con una parte lírica sacada del dúo de Candide y Cunegonde “Oh Happy We” y para desembocar en una coda donde se cita el final del aria “Glitter and be Gay”.

JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ

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Leonard Bernstein: Obertura a Candide

Versión: Orquesta Filarmónica de Los Ángeles. Leonard Bernstein, director.