RICHARD WAGNER (1833-1883)

Obertura de la ópera El holandés errante

Richard_Wagner,_Paris,_1861

Richard Wagner. París, 1861.

Holanda es un país de gran tradición marítima y mercante; ahí han existido cientos de historias y leyendas alrededor del mar y sus misterios. Una de ellas tiene que ver con el capitán del navío Vanderdecken quien, en medio de una terrible tormenta, prometió que rodearía cierto lugar geográfico aunque tuviera que navegar por siempre. Para mala fortuna del susodicho la condena surtió efecto y sólo podría librarse de tan trágico destino al encontrar a una mujer capaz de amarle fielmente hasta la muerte.

Tal historia, que se divulgó de generación a generación gracias a cantos populares, fue retomada por Heinrich Heine (1797-1856) en sus Memorias del Señor von Schabelewopski (1834); y posteriormente Richard Wagner –ávido lector de todo tipo de mitos y leyendas- disfrutó la lectura de ese libro.

El fantasmagórico pero muy atrayente tema volvió una y otra vez a la cabeza del músico especialmente a bordo del barco llamado Thetis en el que él y su esposa navegaron por el Mar Báltico, desde Pillau rumbo a Londres. La travesía fue una verdadera pesadilla: tormentas sin cesar que llevaban a la embarcación fuera de su rumbo a cada momento, el peligro de naufragar con el intenso oleaje y todo ello aderezado con estremecedores rayos y truenos, la fuerte lluvia, el viento inmisericorde y los constantes gritos de los marineros. Ahí fue donde la memoria se le refrescó a Wagner y decidió hacer una ópera de aquella leyenda que conoció en el referido libro de Heine; sobre todo porque él mismo se puso en el papel de aquel capitán que tenía que navegar eternamente hasta encontrar la quietud. El compositor encontró un enorme paralelismo entre las tormentas que sufrió en su transporte marítimo con los chubascos que estaba experimentando en su vida personal.

Al llegar triunfalmente a París, Wagner buscó a Heine y le propuso hacer de esta leyenda su nueva ópera. Al contar con la autorización del poeta, Wagner puso manos a la obra para, además, escribir el libreto de El holandés errante.

El holandés errante (también conocida como El buque fantasma) fue estrenada el 2 de enero de 1843 en la Ópera de Dresde y con el peculiar concepto de Wagner de presentar los tres actos de la ópera sin interrupción, lo que vino a ser constante en algunas de sus óperas posteriores (El anillo del nibelungo [1876] y Parsifal [1882], v. gr.).

Como es costumbre en la música de Wagner, la Obertura de El holandés errante contiene los principales elementos de la ópera como los temas que evocan la furia del mar, al capitán holandés y a Senta, la mujer que está dispuesta a amarlo para otorgarle la salvación. En un momento, se escucha una canción de los marineros que trae calma a la escena, aunque instantáneamente regresa el tema del mar con toda su ira y el holandés continúa su vagabundeo. La parte final de la Obertura fue añadida posteriormente por Wagner, en la que el tema de amor de Senta regresa como una reafirmación de la fidelidad eterna de la pareja.

Ghost-Ship

Usted se preguntará por qué también se conoce a esta ópera como El buque fantasma. La respuesta se encuentra en la situación económica de Wagner para poder montar El holandés errante, por lo que tuvo que “vender la ópera” (por 500 francos) a la Ópera de París y así se realizó una versión en francés de la partitura y cuya música fue reelaborada por Pierre-Louis Dietsch (1808-1865), estrenada unos meses antes de su primera presentación oficial en Dresde. El título de esa versión era, precisamente, Le Vaisseau Fantôme que tuvo su primera representación en el escenario parisino en noviembre de 1842.

JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ

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MÚSICA

Versión: Orquesta Filarmónica de Viena. Sir Georg Solti, director.

PARTITURA